A lo largo de los años, la
terminología referente a la diversidad ha ido cambiando, con el único objetivo
de que estos conceptos fueran menos estigmatizantes para los sujetos a los cuales designaban.
El artículo publicado en 2005 por
Javier Romañach y Manuel Lobato, titulado Diversidad
funcional, nuevo término para la lucha por la dignidad en la diversidad del ser
humano, pretende incorporar el término “diversidad funcional” para
sustituir otros conceptos como discapacidad, invalidez, minusvalía, etc., presentes
en muchos aspectos sociales, incluso en la legislación vigente.
Diversidad funcional designa
precisamente la realización de una actividad concreta, pero de diversa manera,
dependiendo de la capacidad de cada persona que la desarrolla. Por ejemplo, dos
personas quieren ir al parque, una lo hará en silla de ruedas y la otra
utilizando sus piernas como vehículo de movimiento. La función es la misma para
las dos, el desplazamiento, únicamente varía la manera en la que lo llevarán a
cabo. No obstante, ambas personas irán igualmente al parque.
Hemos de ser muy cuidadosos con
las palabras que utilizamos y lo que pretendemos designar con ellas, ya que tal
y como se dice en el artículo al cual hacemos referencia “el lenguaje produce,
modifica y orienta el pensamiento”. Es por ello, que si queremos realmente un
ambiente totalmente inclusivo, hemos de cuidar todos los aspectos que lo
caracterizan, y entre ellos se encuentra por supuesto, el conceptual.
Bajo nuestro punto de vista, este
artículo resulta muy interesante, ya que como futuros orientadores/as
educativos o personal de la educación, debemos estar actualizados en numerosos
aspectos y la terminología que utilicemos ha de ser uno de ellos. Recomendamos
a todo aquel que quiera profundizar en el tema, leer el artículo pinchando en
la imagen que aparece a continuación.
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