dimecres, 6 d’abril del 2016

Parábola del invitado a cenar


La profesora de pedagogía dijo a sus discípulos:

"El maestro de una escuela se puede comparar con un prohombre muy respetado que sabía cocinar muy bien y que preparó una cena para un grupo de amigos." Al ver la cara de extrañados de sus discípulos, la profesora siguió explicando: "Un prohombre de una ciudad se encontró con un viejo conocido a quién no veía desde hacía mucho tiempo. El prohombre tenía previsto celebrar el día siguiente una cena con un grupo de amigos y amigas que también lo conocían y que tampoco sabían nada de él desde hacía muchos años, y lo invitó a cenar. El prohombre era buen cocinero y preparó una cena espléndida: entrantes variados, guisos de toda clase y un pastel con frutas confitadas. Todo regado con vinos del Priorato y cava del Penedés. El mismo día de la cena, cayó en la cuenta de que su viejo amigo -no recordaba demasiado bien el porqué- tenía que tener mucho cuidado con lo que comía y que seguramente nada de lo que había preparado con tanto cuidado le iría bien. Le telefoneó enseguida (por suerte, se habían intercambiado los teléfonos por si surgía algún problema) explicándole lo que pasaba, y le dijo que lo sentía mucho, que más valía que no fuera a la cena y que ya le avisaría cuando celebraran otra.

 Otro prohombre de la misma ciudad se encontró en la misma situación. También había preparado una cena espléndida para sus amigos y había invitado a un viejo conocido de todos con el que se había encontrado un par de días antes. La misma tarde de la cena, otro de los invitados le hizo caer en la cuenta de que, por si no se acordaba, el viejo amigo no podía comer de todo. El prohombre, que se había olvidado de ello, corrió a telefonear a su amigo para preguntarle si aún tenía el mismo problema y para decirle que no se preocupara, que fuera de todos modos, ya que él prepararía un plato de verdura y pescado a la plancha. 

Curiosamente, un tercer prohombre de la misma ciudad, también muy respetado, se encontró con un caso idéntico. Cuando ya lo tenía prácticamente todo a punto, se acordó de que aquel a quién había invitado a última hora (un viejo conocido suyo y de unos amigos con los que había quedado para cenar aquella misma noche) tenía que seguir una dieta muy estricta. Entonces cambió el menú deprisa y corriendo: seleccionó algunos entrantes que también podía comer su amigo, guardó los guisos en el congelador para otra ocasión, e improvisó un segundo plato, también espléndido, pero que todo el mundo podía comer; también retocó el pastel, y en vez de fruta confitada le puso fruta natural. Llegada la hora de la cena, todos juntos comieron de los mismos platos que el anfitrión les ofreció.

Después de esta larga explicación, la profesora les preguntó a sus alumnos: "Cuál de estos tres comensales de última hora se debió de sentir más incluido en la cena con sus viejos amigos y conocidos?"

Este cuento es muy interesante para conocer el verdadero significado de inclusión. La inclusión no se trata de poner al alumnado todos juntos en el mismo grupo sin tener en cuenta sus características individuales, sino que se trata de dar a cada uno lo que necesite en un ambiente totalmente normalizado y donde todos se sientan parte de un grupo, parte de un todo. 




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