La escuela tiene que celebrar la diversidad. En la escuela la diversidad se debe
considerar como una cualidad.
Hay que poder disfrutar aprendiendo: todo el mundo tiene que
encontrarse bien y seguro en la escuela. La escuela tiene que ser un lugar al que los estudiantes,
los maestros y los profesores, y todos los demás miembros de la comunidad,
quieran ir porque, por un lado, se encuentran bien en él y, por otro, se
sienten
La escuela tiene que contar con profesores que faciliten el
aprendizaje. No se
puede esperar que un profesor o una profesora conozcan y satisfaga cada una de
las necesidades educativas individuales de los estudiantes de su clase. Por
estas razones, si queremos que la educación de los estudiantes tenga éxito, el
rol tradicional del enseñante y el énfasis con que se llevan a cabo los
procesos de enseñanza y aprendizaje tienen que cambiar. Se ha de organizar el
ambiente de las clases, las experiencias de enseñanza, los recursos y los
procedimientos, y las condiciones prácticas para aprender, de tal manera que
los estudiantes no sólo tengan la oportunidad de satisfacer todas sus
necesidades educativas, sino también la motivación necesaria. Este es el reto
de los maestros y profesores. No obstante, es necesario buscar el apoyo de los
padres y de los otros miembros e instituciones de la comunidad a fin de que los
estudiantes tengan experiencias de aprendizaje dinámicas y motivadoras que
respondan a sus necesidades educativas (Stainback, 2001).
La escuela tiene que preparar para la cooperación y no para
la competición. En
la escuela, la cooperación debe estar por encima de la competición. La escuela
ha de involucrar a cada uno de sus miembros no sólo para que trabaje
individualmente (porque nadie tiene que hacer el trabajo de otro), y para que
se responsabilice y se comprometa personalmente, sino también para que comparta
y coopere con los demás; la escuela debe cuidar el afecto mutuo, la
satisfacción y el éxito de todos sus miembros.
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