Esta publicación de Roger Slee
(2012), pone de manifiesto la necesidad de que la escuela se adapte a los
cambios constantes que se han vivido en los últimos tiempos. Se han de modificar
las prácticas educativas, la monotonía de la rutina y se ha de innovar en
educación ya que los niños/as no son iguales que los de un tiempo atrás, el
nuevo tipo de alumnado ya no aguanta las clases magistrales y nada
significativas.
Slee hace una reflexión sobre
diferentes aspectos que influyen en las variables prácticas educativas y en los
factores que contribuyen a ellas, como la dotación económica que reciben (o no)
los centros educativos, los recursos personales y materiales de los que
disponen, etc.
Las reflexiones de este autor
pueden ser muy útiles para pensar y replantear las prácticas inclusivas que se
están desarrollando en los centros educativos. Bajo el punto de vista de este
autor, la educación inclusiva, exige un compromiso mayor por parte de toda la
comunidad educativa. Últimamente el término de inclusión se encuentra muy en
boga y su planteamiento parece sencillo, no obstante llevarlo a la práctica es
mucho más complicado, aunque la finalidad principal del mismo sea “respetar el
derecho a la educación que tienen las personas, más allá de sus limitaciones”. Slee, en esta publicación, plantea además
muchos interrogantes que cuestionan y replantean nuestras propias experiencias
y conocimientos, que aunque hayamos evolucionado, se encuentran anclados a una
escuela excluyente.
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